BLOGONOVELA DE CAFÉ
Como todos los días, tenemos la dicha de presentar siempre algo nuevo entre nuestras letras, esta semana, comenzando la celebración del día del amor y la amistad, o San Valentín, le presentaremos en varios capítulos esta blog-o-novela sobre mucho café y romance, pues el café también inspira mucho amor. A continuación nuestro primer capítulo de esta blogonovela de café.

Primer Capítulo:
Como cada mañana antes de acudir al trabajo en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el frío despertar a veces era inevitable; solía ser ya parte de mi rutina ir hasta aquella cafetería que quedaba de paso y tomarme una enorme taza de café, ese día ya no sabía si incluso me levantaba con ánimos por el trabajo o por el café, pues a decir verdad lo disfrutaba bastante. Y es que en cada sorbo y en cada trago podía sentir la explosión de su sabor y la gran calidez que provocaba a mis mañanas frías. Al terminar siempre recalcaba: -¡no puede existir una mejor mañana!-, pues era el ambiente perfecto en el que siempre soñé vivir. Después de beberlo todas mis mañanas eran perfectas. Quizá estaba loco, pero qué más daba hacerlo, eso me hacía feliz, pues me llenaba de un buen humor y de la suficiente energía para continuar mis labores por lo que restaba del día. Hasta que un día, cuando pensé que no podría encontrarle más beneficios al café, en unas fechas como estas en las que los estantes de las tiendas se encuentran llenos de infinidad de detalles de todos los tamaños y colores para obsequiar a alguien especial, me di cuenta que era obvio que se acercaba el 14 de febrero.
Me arreglé para ir al trabajo y pasar por mi deliciosa taza de café a aquella cafetería de Maya Vinic en el andador que salía justo frente al Centro de Convenciones “El Carmen”. Esa mañana pensaba en qué esperaba de mi vida, pues siempre había vivido con las metas de vivir en mi ambiente ideal, pero nunca me preocupe por compartirlo con alguien. Pensaba en el ¿qué debía hacer ahora de mi vida?, tenía un buen trabajo, me encontraba en la bella San Cristóbal ¿y ahora qué?, mi familia se encuentra lejos, y no pasaba de mis amigos del trabajo. Aquel día una chica nueva en la cafetería me atendió y no supe qué decir, ¿Cómo era posible no saberlo? Pues cada mañana pedía lo mismo, eso me desconcertaba, no sé si era lo dulce de su voz, lo bello de su sonrisa, el dorado de su piel, el café de sus ojos, o los latidos acelerados de mi corazón. Pero supe que ya tenía más de una razón por la cual acudir a aquella cafetería. Todas las mañanas siguientes me sentaba justo donde pudiese verle pero nunca me atrevía a mas, solo podía escuchar su voz para atenderme y traerme la cuenta, que tristeza pensé y no sé si era yo o el café, pero ya no me sabía igual, quizás eran mis penas de no saber que esperaba ahora de mi mismo las que no me permitían disfrutarlo como se debía y me llenaba de coraje. Inexplicablemente cada mañana me levantaba con la convicción de saber más de esa chica, pedirle más que mi café, pero era demasiado cobarde.
El café orgánico que siempre disfrutaba en mi cafetería favorita me llenaba, al menos me daba alegría y un calor alentador pues el frío en aquel inicio de febrero aún se dejaba sentir. Y es que lo mejor del beber café era que siempre me llenaba de nueva información y nuevas ideas que podía compartir con mis amigos, ellos no entendían muy bien, pues siempre decían que eso del café sólo nosotros los europeos entendemos, pero Mauricio fue quien siempre se prestó a escuchar mis historias con el café cuando recorrí el mundo.
Entre mis penas y reflexiones tome una decisión, pues justamente un 14 de febrero me llené de valor, le pregunté su nombre y le invité un café, debía aprovechar pues no había mucha clientela, sin poder creérmelo ella dijo que sí, pidió que la suplieran, charlamos un rato, ella era mejor de lo que pensé, me dijo algo que…, quizá me perdí de muchas cosas pero es que de vez en cuando bebía y me perdía en el café de sus ojos, que ironía, entendí mi afición al “café” y supe que esta mañana podía ser aún más perfecta después de escuchar aquellas palabras…