Misión cafeto en la historia de Mathieu de Clieu
Parte 2 de 7
Parte 2
Llegada del café en América
Gabriel Mathieu de Clieu; capitán de caballería de los Dragones negros de la Guardia Real de Luis XIV; bebía vino blanco en su pequeño cuarto, dentro del cuartel que la guardia ocupaba a escasos minutos del Chateau de Versailles.
El calor del medio día poco a poco daba paso a la brisa de la tarde, algunas moscas buscaban alimentarse de los desechos de pato asado que había sido su comida de mediodía; pero el capitán sólo había dejado los huesos del ave. Debería de aprovechar para dormitar, como hacía la mayoría de los oficiales durante esas largas jornadas de vigilancia; pero el militar francés no podía dormir.
Se recostó en su amplio diván de cuero, única pieza confortable en su cuarto, que hacía las veces de silla y cama al mismo tiempo; el cuero de bovino, con el que estaba cubierto le daba una suavidad agradable y una temperatura aún mejor. Su mente repasaba el plan que diseñaba desde hacía cinco años; cómo entrar al hermoso y resguardado Palacio del Rey no era problema; él formaba parte de la exclusiva guardia que podía vagar por todo el enorme palacio en busca de sospechosos. Aunque las obras para terminar el fastuoso inmueble con sus jardines, había terminado hacía catorce años, siempre había gente entrando a hacer labores de mantenimiento, de remodelaciones, y un sinfín de trabajos que surgían de manera imprevista.
Gabriel y sus hombres eran encargados de vigilar los accesos, de proteger las instalaciones y detener a cualquiera que se encontrase fuera del área que le había sido asignada para trabajar. En todo el tiempo que había servido en Versailles; solamente tres veces había tenido problemas con visitantes extraviados y sólo una vez un tipo se presentó con la idea de “hacer tragar mierda al Rey Sol” –recordaba sus palabras literales- este granjero se había quedado sin su granja al no pagar impuestos y armado con un hacha toda mellada y sin filo, se presentó cabalgando en una de las puertas del impresionante palacio.

ESTAS LEYENDO UNA BLOGONOVELA DE CAFÉ
“llegada del café en América”
Aunque sorprendió a la guardia que estaba de pie junto a la puerta enrejada y pintada con pintura de oro; tres mosqueteros subieron a sus monturas y persiguieron al intruso.
En pocos minutos, los caballos ágiles de los mosqueteros le dieron alcance y el más próximo desenfundó su majestuoso sable de un metro y lo descargó fuertemente, con un movimiento experto en el cuello del granjero.
Sin un solo grito, la cabeza cayó al piso; mientras el cuerpo siguió montando al caballo por unos metros más, hasta que los músculos se aflojaron y el cuerpo caía pesadamente al suelo; con lo que el caballo, al no sentir el mando de nadie, se detuvo rápidamente.
Gabriel descendió de la montura y

en el suelo; no obtuvo nada más que unos cuantos chelines, los cuales guardó en su bolsa de enseres.
Ahora, cuando el Rey Sol ya llegaba a sus 76 años de edad, ya nadie se preocupaba por hacerle daño, mientras el que se preparaba para tomar el lugar del Rey era su bisnieto, a quien todos ya respetaban por ser un soldado entrenado y buen político.
Llegada del café en América

Gabriel esperaba no tener que enfrentarse con ninguno de ellos o de sus antiguos camaradas; por eso le daba vueltas a su plan; un proyecto que sentía ya estaba listo: Ingresaría en la madrugada al palacio y después de distraer a cualquier guardia que anduviera husmeando por ahí; se dirigiría rápidamente al invernadero; un área boscosa con miles de plantas de ornato, exóticas y nativas que el Rey tenía como uno de sus tesoros más preciados junto con el pequeño zoológico que le gustaba visitar y presumir a los visitantes distinguidos.

Conoce nuestras blogonovelas de café aquí
A Gabriel le había costado cerca de tres años ubicar la planta que deseaba; escondida entre varios matorrales, en el laberinto de andadores formados por la maleza; el capitán pudo ver por fin a su objetivo: una frondosa planta de casi metro y medio de altura, cubierta de frutos en forma de pequeñas bayas de color verde pálido y rojo; había estado allí desde hacía catorce años, cuando él escoltó a la delegación holandesa que la había traído a obsequiar al Rey.
En todo ese tiempo; Gabriel escucho mucho sobre los beneficios de la bebida llamada café; como se volvió popular entre los comerciantes, la clase alta y los plebeyos, quienes dejaban el té inglés por una buena taza de café; pero a pesar de eso, el comercio de las semillas era controlado por Holanda y varios países árabes.
Gabriel tenía otros planes para él; había pensado en hacerse de café, plantarlo y comercializarlo en el nuevo mundo y en Europa; el dinero de su sueldo lo había ahorrado con diligencia y ahora estaba listo para comprar tierras en zonas tropicales, buscar de preferencia una isla donde nadie lo molestase y hacerse rico comercializando la semilla de la Coffea arábica; el problema era conseguir una planta; pero eso lo resolvería; robando un esqueje de la que guardaba celosamente el Rey Sol desde hacía catorce años en su invernadero; lo lograría o se le iría la vida en ello.
Autor: Efraín Cortez
Sigue esta historia en el próximo post del viernes.
Comparte este post con tus amigos