Llegada del Café a América. Blogonovela del café.

Llegada del café a América

Misión cafeto en la historia de Mathieu de Clieu

Parte 6 de 7

Parte 1

Parte 2

Parte 3

Parte 4 

Parte 5

Parte 6

Una hora después Gabriel escuchó a los cañones rugir, el silbido de las balas de cañón y el crujido espantoso de la madera al recibir los impactos, pocos minutos después la sacudida del choque de los buques junto con los gritos de los marineros y los piratas llenó todo los espacios del barco francés. Lamentos, gritos de dolor, explosiones de cañones, el sonido de los sables al chocar, el crujir de maderas, insultos en francés y en marroquí; golpes, estampidos de mosquetones, todo lo que la gran pelea por la vida que se libraba en las cubiertas del Normandie llegaba a los sentidos del capitán de mosqueteros.

Gabriel desenvaino su espada de 80 centímetros de acero niquelado, doblemente afilada y cargó su pistola de chispa, tendría sólo un tiro; pero su puntería era muy buena.

Los sonidos se hicieron más cercanos, golpes en el pasillo, el grito de muerte de un marinero francés; la puerta del camarote se sacudió violentamente. “es el momento” pensó de Clieu “van a entrar estos piratas”. Levantó la pistola y apuntó directamente a la puerta.

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“llegada del café a América”

De una patada muy fuerte, la puerta se abrió violentamente; un enorme pirata moreno, con  una espada curva, una cimitarra que chorreaba sangre apareció en la puerta cauteloso, miraba a todos lados, pero al parecer sus ojos no se acostumbraron a la oscuridad del camarote lo suficientemente rápido; dio dos pasos hacia dentro; quedando a escasos dos metros de Gabriel, quien con el brazo extendido y la pistola en alto, no lo pensó más, accionó el gatillo y una fuerte explosión sonó al mismo tiempo que la chispa de la pólvora iluminaba por un segundo la estancia.

El pirata africano nunca supo que sucedió, la bala de hierro, se incrustó en su cerebro, entrando en medio de las fosas nasales, dejando un feo agujero en la cara del hombre, que sin vida; cayó de bruces a los pies del mosquetero.

Una sacudida muy fuerte hizo trastabillar a De Clieu y el militar metió con destreza el arma con el cañón humeante todavía en su cinto y pasó la gran espada a su mano derecha; espero que aparecieran otros piratas por la puerta, “venderé cara mi vida” pensaba con el corazón latiendo fuerte en su pecho “lo juro por Dios y Jesucristo”.

Pero los ruidos empezaron a disminuir, escuchó pasos, personas corriendo en la cubierta encima de él; el barco se movió un poco a babor, luego se dejó escuchar el sonido de objetos cayendo al mar y enseguida gritos de júbilo, de triunfo; los gritos eran franceses.

Gabriel salió del camarote y se encaminó a la cubierta donde el sol bañaba de rojo y amarillo la escena de la pelea de hacía un momento; cadáveres en su mayoría de piratas estaban tirados por todos lados, manchas de sangre, varios marineros franceses también yacían muertos o heridos, pero los vivos auxiliaban a los que estaban menos lastimados.

El capitán del navío, con una espada en la mano dirigía al personal, miró hacia el mar y vio al barco pirata alejándose rápidamente, con todas sus velas abiertas al máximo, en el mar algunos piratas gritaban por ayuda, mientras otros nadaban en dirección de su nave.

La lucha había terminado con la victoria de los marinos del Normadie; Gabriel sonrió por fin, ahora estaba seguro que Dios permitiría que su misión terminaría bien.

Parte Final…

Autor: Efraín Cortez

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Sigue esta historia en el próximo post del martes.

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